Gira al Parque Nacional Tapantí

28 04 2010

El sábado 1 de mayo y el domingo 2 de mayo, 2010,  tres entusiastas observadoras de aves nos fuimos a ver aves al Parque Nacional Tapantí. Considerando que  los días anteriores habían presentado muy fuertes aguaceros, yo fui bien equipada con libros y juegos de mesa, por si tenía que pasar dos días contemplando la lluvia al caer, pero tuvimos suerte y el clima estuvo estupendo.

El sábado, antes de llegar al parque y a eso de las 10 am hicimos una primera parada en un pequeño puente en medio de cafetales. Nos asomamos al río y observamos sobre un piedra a Sayornis nigricans. Este pequeño mosquero negruzco y con el vientre blanco se movió varias veces de una piedra a otra. Pero lo que me llamó la atención fue verlo jadear continuamente con el pico abierto.  Seguro que el día estaba muy caliente para él. Desde ese mismo puente vimos a un Saltator coerulescens alimentándose de frutas de un guarumo, a ratos colgando de las largas infrutescencias y a ratos perchado. Varias golondrinas Pygochelidon cyanoleuca sobrevolaban el río.

Hicimos otra parada larga después de pasar el puente sobre el río Grande de Orosi. Allí vimos muchos nidos de Oropendola wagleri. Éstas aves se distinguen de O. montezuma por ser más pequeñas y por su pico blanco que según el libro de Skutch y Stiles tiene un casquete hinchado en el frente. Lo cierto, es que es un pájaro interesante. Vuelan a menudo en grupo y  cuando baten las alas producen poco o ningún ruido.   Cuando observé más tarde los nidos frente a la casa de los guardaparques, me dí cuenta de que tenían pichones. Según la guía de aves, estos pájaros anidan de enero a junio.

El camino donde paramos tenía un potrero con guayabas a un lado y un cultivo de café en el otro. Entre las matas de café vimos a la versión caribeña de Sporophila aurita (macho y hembra) y también, en el suelo a Melozone leucotis, escarbando entre la hojarazca.

En el potrero vimos a un Dives dives, que comía un pedacito de guayaba y luego se pasaba a otro árbol y hacía lo mismo. Los autores  de la guía de aves señalan que, cuando el libro fue escrito, esta especie únicamente estaba al norte de Costa Rica. Sería interesante saber qué tan al sur se encuentra actualmente.

Al fin llegamos al Parque y como observamos que mucha gente había decidido visitarlo también (no es común tener un día tan soleado en Tapantí), optamos por ir al Sendero de Árboles Caídos. Debo decir que fue agradable ver la cantidad de visitantes que llegaban en bicicleta o en carro al parque. Eso quiere decir que la gente conoce y aprecia este parque y aunque habían algunos extranjeros, la mayoría era costarricenses. Una compañera sugirió que no es extraño que Costa Rica sea considerado el país con las personas más felices del mundo.

En el sendero Árboles Caídos, casi no vimos gente, pero los pájaros también resultan dificiles de ver, porque el camino es muy quebrado.  Sin embargo, tuvimos suerte y vimos al jilguero Myadestes melanops, que pasó volando muy cerca de nosotros.  Por cierto, que al verlo profirió su canto de alarma. Entiendo que muchos de los jilgueros que son rescatados de los cazadores son liberados en esta zona del parque, así que los cantos que se escuchan aquí son muy variados y dignos de ser estudiados. En este enlace pueden ver una actividad de ASVO de liberacion http://www.youtube.com/watch?v=p_y-AG2fN6E

Este es un pequeño hongo que observé en el camino:

Más tarde vimos a Colibri thalassinus y a una bandada de Chlorospingus ophthalmicus que son bastante comunes. Así como Tangara icterocephala y a Myioborus miniatus.  En algún momento llegué a ver a un par de Elanoides forficatus planeando cerca del dosel del bosque.  Al menos dos individuos de Mitrephanes phaeocercus se dejaron ver muy bien. De regreso, desde el carro llegamos a ver a un Lysurus crassirostris cerca a una pequeña quebrada. Un pájaro bastante bonito.

Gracias a Dios nos no llovió en este sendero, pero aún así resultó bastante cansado. Ya por la noche llovió un poco, pero eso resulta agradable cuando se tiene una rica cena. A la mañana siguiente, creí escuchar lluvia y pensé que el clima no era apropiado para salir, pero resultó que confundía el sonido del río cercano al albergue.  Caminamos calle abajo en medio de una llovizna y neblina leve.

En un potrero lleno de charcos logramos ver varias especies interesantes. Por un lado a Tiaris olivaceae, en un pequeño matorral. Luego una bandada mixta que incluía a Tangara dowii, Tangara larvata, Dacnis venusta, Tangara gyrola y por ahí, varias parejas de sargento Ramphocelus passerinii.

Al llegar cerca de una casa abandonada y medio destruida nos encontramos una cerca de cola de gato Stachytarpheta sp. que el mismo Skutch, en su libro «Un naturalista en Costa Rica» señala que es excelente para atraer muchos colibríes. Allí vimos a un Lampornis hemileucus defendiendo celosamente su «territorio», es decir, las plantas de cola de gato. Al rato, vimos a una hembra de Discosura conversii y a un pequeño macho de Eupherusa nigriventris.  Este último se escondía entre las hojas, pero tan pronto se comenzaba a alimentar de las flores moradas, llegaba el Lampornis y lo perseguía violentamente.

En ese mismo sitio, vimos a una pareja de Tytira semifasciata que tenía su nido en un tronco hueco. Posiblemente tenían pichones, pues salían y entraban continuamente del nido. Un precioso(a)? Parula pitiayumi también estaba construyendo su nido en un árbol entre el musgo, frente a la casa abandonada  y lo mismo hacía un Zimmerius vilissimus en un árbol. El nido de éste último ya casi estaba terminado, era como  una bolsa negra y lo había ubicado muy cerca de un avispero.

Despues del desayuno, fuimos a caminar a un sendero que está restringido para el uso científico y es de paso para el personal del ICE. El sitio es estupendo, pero tuvimos serias dificultades para ver algo. Especialmente cuando empezó a llover sin parar. Además, la vegetación es muy tupida y en contra luz, es algo dificil ver algo.

Sé que suena a excusas, pero lo cierto es que vimos poco. Sin embargo, a un lado del camino vimos lo que pensamos es Thripadectes rufobrunneus con una larva en su pico y cerca de allí, a Xiphorhyncus erytropygius. También vimos al macho y hembra de Lampornis calolaema.

Despúes de la fuerte lluvia, y ya al salir del parque, otra vez, salió el sol. Eso me deja la idea de lo variable e impredecible que es el tiempo en Tapantí. Esta es una vista desde el mirador, ya de regreso a nuestras casas.  Fue una magnífica experiencia y nos encantaría regresar. Finalmente, me gustaría agradecer a don Noré, Gerardo, Eduardo y a don Leonel por su atención y por facilitarnos el albergue y a Rosaura quien nos preparó una cena y desayuno deliciosos.


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2 responses

4 05 2010
Alejandro Cerdas A.

Que bueno, que dicha que la pasaron bien y que el clima las dejó disfrutar la mayor parte del tiempo!!! Lástima que no fueran más personas…

4 05 2010
observadoresdeavesuned

Así es Alejandro. Pero bueno, estamos en exámenes y entiendo que hay que priorizar. Hay que buscar formas de que el grupo se ponga de acuerdo. Si tienen ideas, les agradeceré.

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